martes, 19 de octubre de 2010

Sobre el Ensayo y Louis Stevenson (Juego de niños)

De todos los géneros de opinión que he leído el ensayo ha sido el que siempre me ha atraído. Su carácter especial de libertad en la expresión, en donde no se busca tanto convencer, sino presentar bien argumentado el punto de vista sobre algún tema, permite exponer nuestras ideas de forma personal y sin miedo a ser necesariamente refutado. Y lo podemos notar en los planteamientos que Stevenson hace de forma rigurosa, en donde pone a prueba su capacidad argumentativa dado el carácter de sus tesis. Los temas expuestos en el texto son atractivos para el lector, han sido poco tratados por otros autores, generan intriga y, además, son de interés general que obliga, desde la primera línea, a no cortar la lectura hasta haber terminado el texto completo.

Vemos en su redacción un lenguaje lúcido, de rico contenido literario, con un léxico complejo que ofrece formas nuevas de escribir, de plantear ideas y de desarrollarlas. Su manejo gramatical manifiesta muy buena coherencia argumentativa, de gran solidez, además que, implícito en su magia, permite que el lector haga parte de su relato exhortándolo a reflexionar con sus frecuentes preguntas retóricas “¿No es extraño, no es congruente, no es, en el más elevado sentido de la razón humana, increíble que pensemos tanto en la botella de jengibre y tan poco en el terremoto que nos devora?”,  o cuando hace referencia a la contemplación de los paisajes en “caminatas”  “¿No es esto conocer la sabiduría y la virtud y vivir felices?”. Igualmente apela al Ethos de la fuente, es decir, alude a grandes autores que han pensado en este mundo la conducta humana tales como el poeta Walt Wihtman, Thomas Carlyle, Omar Khayan y demás.

Su relación con el lector es muy sincera, directa, contundente. Nuestro autor vincula a quien lee en las experiencias o reflexiones expuestas a través de sugerencias y consejos frente a la realidad, su esencia, su coherencia con la vida y el significado de la misma. Por ejemplo en “carta a un joven que se propone abrazar la carrera del arte” sugiere ciertas advertencias que se deben tener en cuenta en el instante de decidir estudiar el arte “el hábito y la práctica afilan el talento, la necesidad de adquirir herramientas se hace menos desagradable, y llega con el paso de los años a ser bienvenida” “tenga en cuenta que la basta masa de la humanidad es incapaz de hacer algo relativamente bien, y entre otras cosas, arte” “en la vida del artista no tiene por qué haber horas en las que no se experimente un deleite” “sólo en su estudio, el artista debe día a día ser fiel a su idea”.

En el transcurso de la lectura se hace evidente que Louis Stevenson posee muy buen nivel de erudición el cual es reflejado en sus planteamientos, en la defensa de sus tesis, en sus métodos argumentativos, en sus recuerdos, en su aplicación gramatical, en sus descripciones de la realidad, en sus reflexiones y en el cierre de sus textos, los cuales lo dejan a uno absorto, sumergido en la reflexión de lo que es la vida, la muerte, el ocio, el arte, el amor, los libros, el juego, los niños y la vida misma, pero partiendo de la percepción propia de la realidad vista desde nuestros ojos y demás sentidos. Pues bien, sólo me resta leer mas ensayos de este autor y de otros, experimentar otras formas literarias, de hecho, hay un texto que me tiene impaciente “los ensayos de Montaigne” el cual, como introducción al poema de Miguel Ángel Osorio (Porfirio Barba Jacob) “Canción de la vida profunda”, nuestro aludido autor plantea “el hombre es cosa vana, variable y ondeante” lo cual nos muestra lo efímera de la vida, sus relatividades y sus divagaciones en este mundo de movilidad, de fertilidad, de avaricia, de placidez, de pasión, de llantos y tristezas y de muerte.


















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