Por Germán Osorio Arias
“Lo patético de la historia no suele estar en los grandes hechos y las complejas tramas sino en los detalles menudos” Edward Gibbon.
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Foto: Germán Osorio Arias |
El detalle, como fragmento singular que dota de significado las grandes cosas, los sucesos trascendentales y los procesos más elementales de la existencia, alimenta con su ligera influencia toda percepción que, a grandes rasgos pero de forma inconsciente, es atraída por su inequívoca capacidad descriptiva, precisa; lo cual es fácilmente destacable en la actividad fotográfica, pues en el arte macrofotográfico las representaciones de este carácter producen un contundente impacto visual, sobre todo en objetos comúnmente desapercibidos por el ojo humano.
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Foto: Germán Osorio Arias |
Diría que el detalle posee su propio lenguaje, su auténtica forma de representar el mundo, su propio estilo de nombrar la historia y su memoria. El periodismo, la literatura y la estrecha relación de los detalles sutiles que en la práctica de estos artes de la escritura existen, son, según William Ospina, los factores que “hacen que un dato se destaque en una narración, estimule la reflexión y perdure en la memoria”. ¿O por qué Julio Verne en Viaje al centro de la tierra, describe uno a uno con total destreza y singularidad, las características mineralógicas o geológicas del interior de la montaña rocosa en que el profesor Lidenbrock y su sobrino Axel descienden al centro de lo inesperado? ¿O por qué Kafka en El Proceso describe con evidente habilidad la paupérrima institución en que es juzgado con el fin de sugerir el sórdido carácter de la sociedad que ejerce la jurisprudencia?
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Foto: Germán Osorio Arias |
La literatura es, a juicio propio, el amante imprescindible del texto periodístico. Sin ésta, la escritura periodística muere. He ahí el real significado de las cosas grandes, de las unidades que, entrelazadas en sí, forman un todo, un amplio conjunto de pequeñas cosas. ¿Qué es la literatura o el periodismo sino una mezcla interrelacionada de detalles que inducen la memoria a los confines más inexagerables de la imaginación, de la recordación? Así describe Poe el final de la última bufonada de Hop Frog “los ocho cadáveres se balanceaban colgando de sus cadenas, en una masa fétida, ennegrecida, repugnante e irreconocible. El cojo arrojó la antorcha sobre ellos, trepó tranquilamente hasta el techo y desapareció a través de la claraboya”.